Dice Ángel Mendoza: «La macroeconomía argentina es la que está reclamando todo industrial. La carga tributaria es enorme. Estamos exageradamente mortificados por una serie de impuestos que a veces superan el 60% y que nos están haciendo trabajar para un socio que no lo entendemos: Nos está pidiendo un sacrificio muy grande y ese modelo hace que caiga el consumo de vino. El bodeguero no es Caritas».
El reconocido enólogo y leyenda de la viticultura argentina Ágel Mendoza dice que la expresión enogastronómica y enoturística está poniendo a todos con un entusiasmo bárbaro “Estamos cada día abriendo fronteras del vino, es decir, se encuentra muy buen vino en Mendoza, pero incluso en otras regiones poco conocidas de Mendoza y así salimos a San Luis, salimos a La Pampa, vamos a Córdoba, vamos a Entre Ríos, todo Argentina eufórica con la producción de ricos vinos regionales orientados a cada sabor, digamos, del terruño, evidentemente que un vino de Buenos Aires nunca va a poder aspirar al sol del clima continental de Mendoza y San Juan, pero va a ser un vino rico, de menos cuerpo probablemente, pero que se va a adaptar posiblemente a las condiciones culturales de la región. La magia del vino es eso, se logra un vino acorde con las costumbres y las historias de los pueblos. Nosotros los mendocinos tenemos los vinos más corpulentos junto con San Juan y el Valle Calchaquí, pero luego vienen vinos más delicados que también están teniendo su lugar, yo les llamo incluso “vinos de sed”, que seguramente van a ocupar un lugar trascendente en el mercado. Sin embargo, la economía vitivinícola desde la producción primaria está en una incertidumbre atroz, porque el consumo de vino está cayendo, más allá de algunas señales optimistas como fines de enero que hubo un 10% de aumento en el mercado nacional, pero estamos en una incertidumbre de que está sobrando uva en el mundo. Los hábitos modernos de jóvenes que se alejan del vino, que eligen otras bebidas y, por otro lado, un ambiente sano y cultural de las redes sociales lo invita incluso a ser prudente en enero o febrero para no beber vino por todo lo que tomó en las fiestas. Esta situación está poniendo inciertos los precios, la productividad del productor, los precios del mercado, un año como se dice ”del bodeguero” porque no heló y entonces el viñatero despotrica al bodeguero, pero el bodeguero despotrica al vinotequero y el vinotequero despotrica al consumidor, así que todo es una manera muy particular de que en Argentina tanguera se llora, pero en época de vendimia siempre tenemos la esperanza de que va a haber un mejor momento y yo creo que va a haber un mejor momento, vamos a tener alguna alternativa importante en la exportación porque vamos a hacer vinos ricos, fáciles de beber, yo observo a muchos bodegueros inquietos desarrollando vinos de sed, este concepto de vino de sed es un vino para la informalidad, el vino del after, después de la oficina, del trabajo, en las vacaciones, este tomar un vinito más fluido y yo creo que eso está provocando una oportunidad, el vino de los eventos, nunca hemos visto tanto éxito de los atardeceres mendocinos. Estel atardecer mendocino ha generado una oportunidad interesante para beber estos vinos de sed”.