Gustavo Domínguez tiene un amplio curriculum en el ámbito de la industria de las bebidas alcohólicas y entre tantas cosas fue director de Campari América Latina.
Sostiene que la torta de consumo es siempre la misma y se reparte entre todos los actores, con sus más y sus menos. Pone como ejemplo España, que consume 100 litros de cerveza per cápita y mantiene los 18 litros de vino anuales. Gustavo dice a Conexión Agro que la gente consume menos y de más valor, sobre todo en el plano de los vinos tintos. Remarca que hoy hay una tendencia creciente a tomar blancos y rosados, lugar en donde recostarse para aumentar el volumen basándose en la “refrescancia”. Destaca la necesidad de buscar productos simples que brinden placer de manera sencilla. Gustavo Domínguez afirma que hay que mostrar claramente que la mezcla de bebidas no es mala palabra y pone de ejemplo el fernet y el Campari.
P: ¿Qué le está pasando al mundo del consumo de estas bebidas?
R: Particularmente lo que creo es que el mundo del vino está inserto en un periodo de estancamiento global desde el punto de vista de los volúmenes. Si miramos lo que pasa con la industria del vino lentamente va cayendo el 1% a nivel mundial y la Argentina no puede ser la excepción porque hemos seguido aspectos generales del consumo. ¿Qué es lo que veo yo como una oportunidad? Lo repito: el futuro del vino pasa por la evolución de los blancos y de los rosados y por salir un poco del tintocentrismo. No estoy hablando de la calidad del vino o de otros aspectos, pero si uno mira lo que ha acontecido con los volúmenes del vino desde la exportación, lamentablemente no hemos logrado crecer como teníamos previsto. Nuestro país tiene que redefinir su política estratégica para el mediano plazo para volver a crecer, porque en definitiva las industrias tienen que crecer y esto es lo que necesitamos.
P: ¿Por dónde crees que pasa? ¿Cómo lo ves vos este estancamiento?
R: Vos lo decías Marcelo. Es esencial en la vida tener foco en las cosas. Cuando uno no le pone foco a las cosas por más que las incorpores en tu lista de tarea cotidiana las cosas no funcionan. La industria del vino por suerte está atomizada, con más de mil bodegas funcionando en la Argentina y donde las cuatro principales bodegas de Argentina no acumulan más del 16% del volumen. La industria de las bebidas espirituosas es completamente distinta. Las cuatro principales compañías nuclean el 75% del volumen, entonces llegar a los acuerdos es mucho más fácil. Con respecto a la salud, el vino está mejor posicionado que otras bebidas alcohólicas o espirituosas, tendencias que tienen que ver con lo demográfico que estamos en presencia de un planeta que envejece, por lo tanto suponer que vamos a crecer dramáticamente en los próximos años es difícil y mucho más aun teniendo algunas restricciones con respecto al mundo del alcohol. Vos podés ver el mundo como un oftalmólogo o lo podés ver simplemente como un pintor. El oftalmólogo ve la realidad. El pintor quiere ver un mundo ideal, y a mí me parece que muchas veces con el afán con el entusiasmo enorme desbordante que ha hecho de Argentina, particularmente de Mendoza una especie de Disney de los vinos, y es un lujo a nivel mundial nos hizo perder algún aspecto relacionado con el cambio de hábitos en el mundo que tiene que ver mucho la bebida con lo social. El mundo del vino tiene que ver con la mesa cotidiana, que es un aspecto al cual no se lo quita nadie.
P: ¿Cuál es la competencia de las bebidas en un lugar de placer y relax? ¿Las drogas blandas?
R: No, yo creo que la competencia son los momentos, más que las bebidas son los momentos de consumo. Y son las otras bebidas, si uno mira el mapa de lo que es la bebida en la Argentina, 67% del consumo de bebida alcohólica en la Argentina es cerveza entonces no estoy en contra de la cerveza, estoy diciendo simplemente que es el competidor principal. Tal vez nosotros como industria del vino focalizamos más por una cuestión de perfil de consumidor con los aperitivos, pero si lo miramos desde el punto de vista numérico, la cerveza es el principal mercado.
La Argentina tiene hace años entre 70 y 75 litros per cápita de consumo en los últimos 30 años de toda la bebida alcohólica y se van cambiando entre el vino, la cerveza y las bebidas espirituosas nunca han sido más del 4 o 5% y lo siguen siendo. Lo que pasa es que se han apropiado un momento importante social, el after office o las reuniones durante la semana. Hoy no es cuantitativo el mundo, hoy es cualitativo.
En el vino nos cuesta defender la barrera de los 20 litros per capita por año y en las bebidas espirituosas ha habido un cambio del perfil de bebida, tener bebidas súper exitosas como es obviamente el Fernet que es prácticamente un producto de carácter nacional a pesar de su origen italiano y después tenés una cultura de aperitivos en Argentina por nuestro origen italiano que lo pueden encarnar el Campari y el Aperol. Creo que no peleamos con las drogas blandas. Y si vos mirás la gran diferencia con el mundo de la cerveza es la refrescancia. La gente sale de jugar al fútbol y se toma una cerveza y ese espacio de la refrescancia antiguamente era el vino blanco con soda, y que era un trago que tenía en general entre 5 y 6 grados de alcohol. Ese hábito se perdió y ahí donde más se ha perdido desde el punto de vista de la industria, si miramos la evolución de los vinos el vino tinto se ha mantenido y ha crecido en merced al extraordinario trabajo que ha hecho la Argentina con su variedad de tintas y en el vino blanco perdimos porque para mí no hay convencimiento, no hubo convencimiento de pensar que el vino blanco es una salida importante. El vino blanco o el vino rosado son dos opciones que tendrían que tener mucha más oferta genuina, pero no oferta de tener el producto, convencimiento por parte para mi de la industria, de que ese es el camino.
P: Decías que el mundo está virando en sus gustos, en su tendencia de consumo hacia el blanco, menos alcohol hacia lo rosado, la refrescancia, y recuerdo que en los 90 a nuestros productores primarios le dijimos, mira acá el camino es el tinto, entonces levantamos la criolla y le pusimos Malbec, bueno y ahora ¿cómo haces con una industria que está lastimada por las distintas consecuencias económicas y desequilibrios económicos de este país para decirle, sabes que ahora en realidad el camino es el blanco ¿cómo crees que va a reaccionar?
R: No quiero que se me malinterprete. Yo no estoy diciendo que lo del tinto está mal, todo lo contrario, yo lo que estoy diciendo es que el foco excesivo te impide crecer. Tenemos que mantener todo lo bueno que se hizo, porque al final ese es el secreto de lo que nos falta en la Argentina, mantener todo lo bueno que se hizo, pero darle una oportunidad a los vinos blancos y rosados sobre todo en el mercado interno. Allí existe una posibilidad enorme de ganarle espacio a la cerveza, esta es la realidad, porque todo lo que es refrescancia lo tiene acaparado la cerveza. En otros países del mundo lo hemos visto en infinidad de series. Las mujeres tomando un Chardonnay como era en Sex and the City. Lo ves en Francia, lo ves en España con el tinto de verano, un tinto fresco que mezclan con limón o con frutas. Hay que buscar diferentes alternativas. La solución no pasa solo por lo Premium. El turista que viene y que nos visita acá a Mendoza y viene a ver las bodegas viene a ver el tope de gama, pero después nosotros tenemos una industria que sigue produciendo 200 mil hectáreas de producción a lo largo de todo el país y que tiene potencial para hacer mucho más. Veo pequeñas cosas. Hay que estar preparados porque en 15 o 20 años las restricciones van a ser mucho mayores.
P: Más alla del tintocentrismo, ¿qué ves en cuánto a los formatos de venta? porque seguimos siendo “botellocentristas” .
Bueno, eso es otro tema que hay que seguir explorando, porque vos tenés por ejemplo en grandes ciudades la tendencia a vivir solo hoy de las personas y a tomar menos alcohol y ese es un punto importante me parece que nosotros tenemos que trabajar con productos diferentes. La botella individual prácticamente ha caído en desuso porque le resulta más barato a los lugares donde venden el producto abrir una botella y después taparla, con el método que sea. De la misma manera que en su momento surgió el bag in box, que sigue teniendo un espacio, pero no te cambia la industria. Hay que buscar diferentes alternativas, tal vez un formato más tendiente al individual o a las dos copas, para sumar hábitos de consumo en forma diaria. Al final la conclusión más relevante es que no es una sola medida, no podemos esperar la solución de una sola medida, sino que son muchas medidas. Argentina tendría que hacer una estrategia como país de norte a sur resaltando los 3.000 kilómetros que tiene para producir diferentes variedades. Vos te encontrás con un país como en Nueva Zelanda que lo único que produce el 90% es vino blanco y exporta 2.000 millones de dólares prácticamente de una uva y nosotros no podemos superar los 800 y es menos de lo que exportábamos hace 10 años entonces. Como decía Galileo Galilei, las matemáticas dominan el mundo. El vino ocupa el rol fundamental que es el de la mesa y eso es algo que envidian todas las demás industrias. En definitiva, se trata de momentos de consumo, y explotar toda la versatilidad del vino. Y ahí volvemos a la refrescancia, mucho más aun teniendo en cuenta las características del tiempo y de las largas temporadas de calor, que llaman al rosado y al blanco.