Por el Ingeniero Agrónomo Francisco Gónzález Antivillo (Dr. Frío)
Ya comienza un nuevo periodo de heladas, y siempre es un tema de preocupación para los productores agrícolas. Es por eso que consideramos oportuno comenzar a hablar del tema ahora, antes de que lleguen los eventos de mayor riesgo agrícola.
El problema de los mitos es que son creencias instaladas y aceptadas y que no son cuestionadas y apuntaladas constantemente por nuevos conocimientos generados, sino que son fijos. Hay mitos de todo. Muchos sin consecuencias económicas, pero cuando los mitos erróneos están relacionados a las heladas y los cultivos, las consecuencias en la rentabilidad pueden ser tremendas.
En ese marco el motivo de esta breve nota es prevenir, generar debate y dejar una duda en algunas creencias muy arraigadas por los productores y los técnicos también.
Mito 1: Siempre la helada es más intensa en los bajos de la finca.
A veces sí, a veces no. Las heladas dependen en gran proporción de las elevaciones, pero no es el único factor que interviene. También están relacionados a la libre circulación del flujo del aire por lo que también intervienen plantas de la finca y los alrededores, textura de suelo y construcciones, y la interacción de todos estos factores. Es definitiva, si se desea instalar algún sistema de defensa activa y se elige los bajos de la propiedad por defecto se corre el riesgo de gastar “pólvora en chimangos”, si es que esta situación no está comprobada a través de mapeos microclimáticos.
Figura 1: Temperatura según perfil de elevaciones en una propiedad de una finca de Tupungato con alta pendiente.
Como se ve en la figura anterior, la zona baja de la finca (945 m) presentó las temperaturas menos frías, mientras que en los altos (970 m) las temperaturas más frías y de mayor riesgo. Para ese caso particular la diferencia fue de 1 °C pero hemos trabajado en fincas donde la diferencia es aún mayor.
Mito 2: Las heladas son más intensas donde se ven los daños en los brotes
La temperatura del aire no se ve, los brotes dañados sí. Es por ello que se acostumbra a detectar zonas de heladas a través de los daños en brotes luego de una helada primaveral. El problema de esto es que los daños no dependen exclusivamente de las temperaturas sino también del estado fisiológico del vegetal. Es una interacción. Entonces tejidos más “adelantados” fisiológicamente se dañan con temperaturas menos severas. O sea, detectar las zonas heladoras a través de la vegetación tiene que ver más con la planta que con la temperatura.
Por otro lado, si se usan a los brotes como indicadores se están descartando las condiciones térmicas de la propiedad que ocurren a la salida del invierno (lo que nosotros llamamos invierno tardío). Las heladas de esta época son de suma importancia para plantas jóvenes (menos de 5 años) y para las plantas adultas débiles. En la figura 2 se presenta una planta rajada con síntomas de daños por heladas en invierno que pasa desapercibida si es que solo se buscan los daños por heladas en brotes. Esta es una zona extremadamente fría de esta propiedad y se registran daños a nivel de planta entera, pero no es una zona donde sean comunes los daños en brotes.
Figura 2: Daños de heladas invernales en parrales de vid en zona Agrelo, Luján de Cuyo.
Mito 3: Con el calentamiento global las heladas serán cosa del pasado.
Es vox populis que el calentamiento global está siendo un factor importante en la producción agrícola. Pero esa es sólo una parte de la historia, por lo que se está comprobando año a año es que las inclemencias climáticas están siendo extra-temporales y extremas. En nuestra zona, podemos atestiguar que en los últimos 3 años ha helado a principios y mediados de noviembre en muchas de nuestras zonas productivas (medido a nivel de canopia por nuestros sensores, no en estaciones meteorológicas oficiales). Esta es una etapa crítica para muchos cultivos por la turgencia de los tejidos productivos. Es por ello qué mientras las temperaturas globales aumenten, los cultivos “acelerarán” su fenología, y por ende, terminarán más vulnerables a las heladas extra-temporales. Asi, las heladas lejos de ser cada vez más inofensivas son cada vez más peligrosas.
Basar la rentabilidad de un cultivo en mitos es riesgoso. Hay años que sale bien y otros que no. La única forma de darle batalla a las heladas es con un mapa microclimático de alta densidad y calidad para obtener los patrones térmicos y así plantear las estrategias adecuadas para cada zona. Lo que no se mide no se puede gestionar. Lo que no se gestiona no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre. Lo dice Sir. Kelvin, que algo de temperaturas sabía.